Azúcar amarga para Blaquier
Año 5. Edición número 235. Domingo 18 de noviembre de 2012
El empresario fue procesado por la Justicia por 29
desapariciones de la Noche del Apagón. Sus abogados apelarán.
Su padre pertenecía a la tendencia revolucionaria del peronismo y cometió la osadía, cuando fue intendente, de querer cobrarles impuestos a Ledesma. Está desaparecido desde el 13 de mayo de 1977. Su caso se encuentra entre los 29 por los que la Justicia procesó a Blaquier y al ex administrador del ingenio, Alberto Lemos, que reconoció ante Olga Arédez que la empresa había puesto sus móviles a disposición de las fuerzas armadas “para limpiar al país de indeseables”.
El directorio de Ledesma Sociedad Anónima Agrícola Industrial (SAAI) difundió un comunicado advirtiendo que apelará el fallo. “Sobre la base de una interpretación sesgada del contexto histórico vigente hace cuarenta años y sin pruebas suficientes, el juez concluyó que Ledesma colaboró con la dictadura aportando camionetas para la detención ilegal de personas”, señala. “Aunque respetuosa de la decisión judicial –continúa– Ledesma considera que numerosas pruebas que aportó no fueron valoradas ni tenidas en cuenta. La empresa ratifica una vez más que nunca prestó camionetas para la detención ilegal de personas”.
Ricardo Arédez está convencido de lo contrario. “La empresa vivió diciendo que no tuvo nada que ver, pero está clarita la participación de ellos. Por desgracia, para ellos quedamos vivos los que vimos. La persecución de Ledesma sobre los trabajadores y delegados sindicales no empezó con la dictadura, empezó mucho antes”, dice el querellante.
Los procesamientos del juez Poviña refieren a dos causas que se instruyen por separadamente. En la primera se investigan las desapariciones de tres delegados y, además, Arédez. En la segunda, los procesó por la privación ilegal de 26 vecinos y trabajadores de la firma en la Noche del Apagón. Así conoce la historia a la larga noche jujeña que duró siete: desde el 20 al 27 de julio de 1976, el Ingenio Ledesma desconectó en varias oportunidades la electricidad de sus generadores, dejando la zona en tinieblas. El juez sostiene que dispusieron camionetas del Ingenio para que Gendarmería y la policía provincial detuvieran a 400 personas. Sin embargo, la resolución sólo les imputa 26 víctimas de las que se tiene pruebas, y no se detiene en las denuncias por torturas en centros clandestinos improvisados en el predio de la empresa.
Las resoluciones recalan con contundencia en un aspecto que poco se ha cristalizado en fallos judiciales: la instauración de un modelo económico a pedir de los grupos empresariales, y la colaboración de muchos de ellos en la instrumentación de la represión ilegal de las Fuerzas Armadas. “Los militares a cargo de los sucesivos golpes de Estado fueron apoyados y se beneficiaron con la colaboración activa de los mayores grupos económicos del país”, dice la resolución judicial. En ese marco, el magistrado responsabiliza a Blaquier y a Lemos como responsables de las políticas de la empresa. “El aporte rendido por Blaquier y Lemos, como la facilitación de medios de transporte para el traslado de los detenidos, se orientó a la consumación de los hechos principales de privación de libertad de las víctimas”, apunta el fallo.
El juez se basó en varios testimonios que cuentan haber visto el logo de la empresa en el chasis de las camionetas, en la Noche del Apagón. Y documentación: un libro en el destacamento de Orán donde quedaron registrados los camiones de Ledesma que entraron el día del golpe, y un convenio hallado hace pocos días firmado por el jefe de Gendarmería de la zona, Domingo Bussi, y la empresa Ledesma para la provisión del camiones. Por otro lado, el juez se apoya en la intencionalidad que tuvo la empresa: sabía perfectamente lo que sucedería con los secuestrados.
La noche que supo que al barón del azúcar, cuyo imperio rige desde hace más de un siglo el destino de Libertador Ledesma, se le había acabado la impunidad, Ricardo Arédez no pudo dormir. Habían vencido al miedo de enfrentar “un poder tremendo, absoluto, de 150 años”. Y, asediado de insomnio y conmoción, se sentó en su computadora a escribir: “Por las Madres de Ledesma que ya no están, mis madres, mis padres, hermanos, hijos, ex presos políticos, sus esposas que soportaron toda clase de humillaciones, por los pueblos originarios que fueron echados de sus lugares naturales para que los Wollman - Arrieta y Blaquier vivan de todos ellos.”.
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