sábado, 19 de noviembre de 2011

EL JUICIO POR LA REPRESION DE LA PATOTA EN EL HOSPITAL POSADAS - “Estaban violando a una chica”

El médico Abel Jasovich contó su experiencia como profesional del Posadas tras el ingreso de la patota militar.
Imagen: Lucía Baragli

EL JUICIO POR LA REPRESION DE LA PATOTA EN EL HOSPITAL POSADAS

“Estaban violando a una chica”

Abel Jasovich era médico de guardia cuando el hospital que era vanguardia en investigación y atención fue ocupado por grupos de tareas del Ejército y policías. Dio testimonio de las atrocidades que presenció y el terror que los inmovilizaba.


 Por Alejandra Dandan
Ya habían hablado varios de sus compañeros. Vienen reconstruyendo en los Tribunales de Retiro los meses negros de la represión en el Hospital Posadas. Abel Jasovich era médico de guardia, una noche después del golpe escuchó los gritos de una mujer. “Bajamos, éramos dos, a ver qué pasaba”, dijo ayer en la audiencia. “Y bueno, uno de los ellos (del escuadrón Swat) estaba violando a una chica, no sé si era una telefonista o administrativa, pero cuando vamos para intervenir aparece otro, nos pone un arma en el pecho. Son este tipo de cosas, uno diría que se estaban viendo, con las que uno puede pensar que interviene como en un acto heroico, pero lo cierto es que cuando nos pusieron un revólver en el pecho no hicimos nada.”
En la sala de audiencias estaban sentados varios de sus viejos compañeros del hospital.
–¡Pero qué íbamos a hacer! –murmuró uno, en la silla. “Evidentemente –decía todavía el testigo–, los hechos de terror son de terror: paralizan a la gente.”
Las audiencias del Posadas avanzan en la reconstrucción de las dos etapas de la represión en ese espacio relatado como centro de salud modelo a donde la represión llegó para poner sus manos, desarmarlo y disparar un sistema de terror reforzado por la conversión del chalet del director en centro clandestino. La dictadura ahí tomó la forma de vaciamiento destinado a las políticas de salud, en manos de hombres comprometidos con políticas sanitarias de avanzada.
“Como todo el mundo, tuve que hacer las famosas filas” el día del golpe, dijo él. “Y pasar las listas y lo que yo presencié es que determinadas gentes de las listas eran subidas a camiones celulares y después no los volvíamos a ver. Recuerdo esa escena porque la población en general –y nosotros menos– ese primer día no tenía mucha idea de qué significaba todo esto. Y en ese primer momento uno vio situaciones de violencia porque el hospital tenía un portón metálico muy grande. La gente pugnaba por entrar y eso parecía un absurdo visto con el tiempo, querían entrar para atenderse porque tenían, por ejemplo, turno con un oftalmólogo. El oficial que estaba a cargo de la puerta le ordenó a otro que cerrara el portón y había una mujer mayor ahí afuera a la que le cerraron el portón en la mano, le fracturaron toda la mano. Y lo más importante, diría yo, es que dijeron: ‘El Ejército argentino avanza’. Yo había hecho la conscripción, pero eso no lo había escuchado: algo que no sé, estaban en batalla.”
Las listas eran listados con nombres de los empleados administrativos y médicos del hospital. Las patotas cotejaban nombres con ingresos. Los controles siguieron a lo largo de días con listas que iban aumentando en número de nombres. “Yo fui uno de tantos que presenciaron cuando a médicos y a otras gentes los subían al celular, y nos gritaban y nos tiraron para adentro para que nos corriéramos de las ventanas.”
“Muchas cosas ocurrían de noche”, dijo. “Muchas veces entró un pelotón de fajina, irrumpieron en la guardia, me acuerdo de que un día yo estaba asistiendo a un señor porque le había saltado líquido cáustico en los ojos. Era una cosa muy dolorosa. Lo hicieron separar, no dejaron que se lo siguiera atendiendo. Tenían un arma larga que realmente era impactante, no era un fusil común, era un arma muy compleja, uno me la puso acá a Diez centímetros y me decía: ‘¿Dónde están los guerrilleros?’. Una situación curiosa: yo no sabía de qué guerrilleros me estaba hablando. Después se metieron al resto del hospital y de esa patrulla no supe otra cosa, pero esas son las cosas que uno recuerda de esta primera etapa.”

Segundo tiempo

La represión en el Posadas tuvo dos momentos. El primero marcado por la presencia del Ejército y el control de Reynaldo Bignone, una etapa breve en la que no hubo desaparecidos. Y la segunda etapa que empieza alrededor de junio con la llegada del grupo Swat, a cargo de la dirección del hospital. “Ahí es cuando aparece el grupo que irónicamente denominan Swat”, dijo el médico.
–¿Quién los llama así? ¿Los llaman o se autodenominan así?
–No sé quién les puso ese nombre, pero realmente es irónico porque si no hubiera terminado de forma trágica, tenían algo de la Armada Brancaleone. Estaban siempre haciendo exhibición de las armas, pistolas, rifles, caños recortados: y ahí es donde uno vio, tuvo que ver, las situaciones de prepotencia y violencia que no era con aquellos que decían elementos subversivos, sino que era una violencia generalizaba.
En ese clima del terror, pospuso nueve meses la decisión de irse. “Las guardias eran desagradables, porque ninguno de nosotros sabía qué es lo que había que hacer: yo no tenía nombramiento, y me decía a mí mismo para qué voy, si voy es un riesgo y si no voy, van a creer que yo tengo algo que ver con qué, no sé qué. Por eso parecía el juego del Martín Pescador.”
Hacía frío, dijo Abel. Lo habían desnudado, le tiraron baldes de agua fría y lo castigaron con el cinto. “Realmente una explicación insólita”, dijo él. “Y lo que pasó realmente era una cosa tan increíble que dijimos está bien y nos fuimos, muchas de estas cosas, volvía a mi casa y no las contaba porque eran tan insólitas. Me decía: ¿yo no estaré viendo visiones? Cómo hacía para explicar que de pronto violaban a una chica o le pegaban a otro con el cinto.”
Los recuerdos, las denuncias fueron más. El médico recordó el momento en el que esperaba a Jacobo Chester porque esa noche le tocaba hacerse un asado, pero no vino. Nunca volvieron a verlo. O el momento en el que llega muy inquieta Nene Cairo, otra compañera enfermera, entró la patota, dijo y se la llevó y ella me miró y me dijo: ‘Avisá que me llevan’. Enseguida se fue él. “El día que se lo llevaron a Roitman tomé la decisión de no ir más al hospital. Cuando llegamos habían entrado a su casa, se lo habían llevado y yo entendí que todo esto era definitorio.”

 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-181560-2011-11-19.html

Enlaces

-MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA - Romano será juzgado en ausencia

 -LA HISTORIA DEL ESPAÑOL QUE INICIO LA DEMANDA POR LOS CRIMENES DEL FRANQUISMO - Un quijote de la memoria

 -Patti quiere prisión domiciliaria - LA DEFENSA DEL EX COMISARIO CONDENADO POR DELITOS DE LESA HUMANIDAD SE PRESENTO ANTE CASACION

 



      Nombre:
SALADINO, DOMINGO FORTUNATO
Fecha de desaparición:
09/10/1978
Nro. de legajo:
3456
54 A?OS









http://www.sinolvido.org/detalle.jsp?id=4685


Enlaces

-Abuelas de Plaza de Mayo denunció al TOF Número 5 

 

 

-Abuelas de Plaza de Mayo
-Madres de Plaza de Mayo - Linea Fundadora
-Asociación Madres de Plaza de Mayo
-Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas
-H.I.J.O.S.
-A.P.D.H.
-C.E.L.S.
-L.A.D.H.
-M.E.D.H.
-SERPAJ
-Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)
-Instituto Espacio para la Memoria

Otros enlaces


-La represión contra la salud. DECLARARON TRES MEDICOS EN LA CAUSA SOBRE EL HOSPITAL POSADAS

 -Baldosas en la Comuna 15

 -Represor renunciado


-Empezaron a juzgar los crímenes del Hospital Posadas

 -REPUDIO A LOS MARTINEZ DE HOZ - Apoyo a Osvaldo Bayer


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Clara Anahí MARIANI, nacida el 12 de agosto de 1976, desaparecida el 24 de noviembre de 1976.

Clara Anahí MARIANI


Nacida el 12 de agosto de 1976
Desaparecida el 24 de noviembre de 1976

Madre: Diana TERUGGI
Padre: Daniel MARIANI

El 24 de noviembre de 1976, fuerzas policiales y del Ejército atacaron la casa de sus padres en la ciudad de La Plata. Allí fue asesinada Diana y secuestrada Clara Anahí, quien continúa desaparecida. El padre de la niña fue asesinado en La Plata, el 1º de agosto de 1977.


http://conadi.jus.gov.ar/gsdl/cgi-bin/library?e=d-000-00---0fotos--00-0-0-0prompt-10---4------0-1l--1-es-50---20-about---00001-001-1-0utfZz-8-0&a=d&c=fotos&cl=CL1.13&d=HASH01e464eeb883b24237a9cf8a

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Gustavo Saladino

D.N.I.16.453.320

Hijo de desaparecido y asesinado.
Héroe de la Resistencia Antifascista contra el genocidio cultural del menemismo.
Objetor de conciencia al Servicio Militar Obligatorio hasta su desaparición definitiva lo que me valió verme impedido de ejercer mi derecho cívico al voto entre 1983 y 1995.
Despedido del Estado en 1989 por ser hijo de desaparecido.
Denunciante contra los genocidas ante la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) en 1984.
Co-Denunciante y querellante contra los genocidas de la Fuerza Aérea Argentina y de otras fuerzas de seguridad en la Causa Penal por delitos de lesa humanidad y genocidio Nº 7.273/06 en el área de la Subzona 16, entre muchas otras Causas.
Denunciante en 2011 ante la Justicia Federal argentina del gobierno norteamericano cómplice de los genocidas civiles y militares que desaparecieron y asesinaron a mi padre en 1978.
El primero en el mundo entero, como activista de derechos humanos, en accionar penalmente contra el oligopolio estadounidense destructor de memoria argentina "Google, Inc.", entre otros hechos, por perseguir y espiar ilegalmente ciudadanos dentro de su plataforma "You Tube".
Denunciante de hechos de corrupción de la era "kirchnerista".

Jésica y Cielo (me falta Verónica Fiorito y cartón lleno).

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